El brillo de la capital de Camboya

15/10/2010

Phnom Penh es un asalto a los sentidos: los colores de las túnicas de los monjes; los olores a picante y especias; el ruido del tráfico constante de las motocicletas; no te dejan indiferente. Es el encuentro del pasado y el futuro de Asia en la capital de Camboya. Como en otras ciudades del continente, Phnom Penh es una ciudad de contrastes: el exceso frente a la pobreza; el orden y el caos. Detalles que no dejan de hacer brillar a la Perla de Asia, donde el viajero puede disfrutar de la cotidianidad de los días en mercados, curiosear por los puestos locales o visitar sus famosos monumentos.

 

 

La ciudad está situada en la confluencia de tres ríos, el poderoso río Mekong, el Bassac y el gran lago Tonlé Sap, lo que fue considerado una vez como la ‘joya’ de Indochina. La ciudad respira encanto y tranquilidad de provincia con mansiones coloniales francesas y avenidas arboladas en medio de la arquitectura monumental de Angkor. Phnom Penh es un verdadero oasis en comparación con la modernidad de otras capitales de Asia. La famosa hospitalidad del país espera a los visitantes a la capital del Reino de Camboya.

 

 

En la ciudad hay muchos sitios turísticos interesantes que visitar: el Palacio Real, la Pagoda de Plata, el Museo Nacional, el Museo del Genocidio Toul Sleng, el Choeng Ek Campos de la Muerte y Wat Phnom. Además de sus tumultuosos mercados donde encontrar artesanía, pinturas, seda, plata, piedras preciosas y hasta antigüedades. La ciudad recibe su nombre por el Wat Phnom o Colina del Templo, que fue construido en 1373 para alojar cinco estatuas de Buda en una colina artificial de 27 metros de altura. Estas cinco estatuas estaban flotando en el río Mekong en un árbol de Koki y una viuda adinerada llamada Daun Penh (la abuela Penh) los salvó y los puso en esta colina para adorarlos.

 

 

Con sus destellos de oro, el Palacio Real es uno de los edificios más espléndidos de Phnom Penh. El palacio fue construido en 1866 por Majeaty Preah Norodom, bisabuelo del actual rey. El lugar elegido para levantar el edifico fue estudiado por ministros y astrólogos para encontrar un lugar donde el rey viviese y gobernase en la tierra bajo la influencia del cielo. Dentro del Palacio Real el visitante puede encontrar espacios espectaculares como la Sala del Trono, que cuenta con una torre de 59 metros y decorados de azulejos de oro.

 

 

Al norte del Palacio Real se encuentra la Pagoda de Plata, que también se conoce como la Pagoda del Buda Esmeralda, ya que la estatua de esta deidad está hecha de esmeraldas. Una belleza que se completa con las 5329 baldosas de plata auténtica que cubren el suelo. Dentro del templo la riqueza es soberbia ya que hay hasta un total de 1650 objetos de arte, la mayoría son figuras de Buda hechas de oro, plata, bronce y otros materiales valiosos. Algunos están decorados con diamantes.

 

 

Otro de los lugares más turísticos es el Monumento a la Independencia, una torre de estilo de Angkor situado en el corazón de la capital. Fue construido en 1958 para celebrar la recuperación de la independencia del protectorado francés el 9 de noviembre de 1953.

De visita recomendada son los distintos mercados de la ciudad, allí el turista entrará en contacto con la vida real de la capital camboyana.

 

 

Actualmente, Camboya celebra el Phchum Ben, o Prachum Benda. Los camboyanos creen que aunque la mayoría de los seres vivos se reencarnan después de la muerte; debido al mal karma, algunas almas no se reencarnan, sino que permanecen atrapadas en el mundo de los espíritus. Cada año, durante quince días, estas almas se liberan del mundo de los espíritus en busca de sus parientes vivos para meditar, y arrepentirse.

 

 

Es un tiempo en que los familiares recuerdan a sus antepasados y ofrecen comida a los que han tenido la mala suerte de quedarse atrapados en el mundo de los espíritus. Además, es una oportunidad importante para que los familiares, mediten y recen para ayudar a reducir el mal karma de sus antepasados, así se reencarnarán y abandonarán el tormento y la miseria del mundo de los espíritus.

 

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