El “Machu Picchu de Corea” y mucho más
La vista de Gamcheon desde lo alto paprece una ciudad de juguete: tejados pastel que descendían en cascada por la ladera de una montaña, callejones que se enredaban como si alguien los hubiera dibujado sin usar regla, y un silencio que no esperaba en una ciudad como Busan. La apodan el “Machu Picchu de Corea”, pero esa comparación apenas roza su profundidad.
Cuando crucé su entrada, confieso que dudé. Parecía otro de esos lugares muy instagrameables pero poco auténticos. Sin embargo, cuanto más avanzaba —y más leía sobre su historia— más sentía que el lugar tenía algo importante que decir.
En Corea, existe un término cargado de nostalgia: Daldongnae, o “aldeas lunares”. Aunque suena poético, no alude a cuentos ni paisajes celestiales. Se refiere a los asentamientos improvisados que surgieron en las alturas tras la Guerra de Corea, cuando miles de desplazados llegaron a las ciudades buscando refugio. Las colinas eran lo único disponible: empinadas, remotas, difíciles. Desde allí, parecía más fácil alcanzar la luna que una vida digna.
Gamcheon fue una de esas aldeas. Nació del exilio, la necesidad y la resistencia. Y durante décadas, fue ignorada por los mapas turísticos.
Todo cambió en 2009, cuando comenzó el Proyecto de Arte de la Aldea Cultural Gamcheon. Artistas, estudiantes y vecinos se unieron para transformar el barrio en un museo al aire libre. Las casas se pintaron con una paleta de cinco colores base, se añadieron esculturas, murales, instalaciones. Pero más allá del arte, lo que se revitalizó fue el alma del lugar: sin borrar su pasado, lo convirtieron en presente vivo.
Caminar por Gamcheon es rendirse a la intuición. Aquí no hace falta mapa: cada curva puede llevarte a una nueva obra escondida, una cafetería con vistas al mar o un rincón donde un gato dormita al sol. La plataforma de observación junto a la parada de autobús en la parte superior es, sin duda, uno de los puntos más fotogénicos: desde allí, los tejados se despliegan como un mosaico en movimiento.
Un museo al aire libre: entre murales, poesía y tejados
En lo alto de los callejones, en una pequña plaza, descubrí una estatua familiar: El Principito, sentado junto al Zorro, ambos mirando el horizonte. No era la única imagen. Por todo el barrio aparecen citas y figuras del clásico de Saint-Exupéry, como si el mensaje de que “lo esencial es invisible a los ojos” se aplicara también a este lugar. Es fácil dejarse llevar por el color, pero Gamcheon es más que una postal: es una lección de transformación comunitaria.
Las calles están salpicadas de instalaciones artísticas: hay alas de ángel para fotografiarse, buzones de sueños, puertas decoradas con mosaicos, y hasta una “calle del deseo” donde los visitantes cuelgan notas escritas a mano. En algunos tramos, incluso el suelo es arte.
Entre los puntos más populares está la Galería de Arte de Gamcheon, gestionada por la propia comunidad, donde se puede ver cómo ha evolucionado el proyecto a lo largo de los años. La entrada es gratuita, pero suelen aceptar donaciones.
Respeto en medio del turismo
A diferencia de otros barrios turísticos, aquí la gente sigue viviendo en las mismas casas. Lo notarás al oír una radio encendida tras una ventana, o al cruzarte con una señora que barre la entrada de su hogar. Por eso, se recomienda visitar el barrio durante el horario del centro de información turística (de 9:00 a 18:00, o hasta las 17:00 en invierno) y evitar ruidos o comportamientos invasivos en los callejones más estrechos. No es solo una cuestión de respeto, sino también de reciprocidad: el turismo existe gracias a que los residentes lo permiten.
Cafés con vistas y momentos inesperados
En uno de los callejones sin nombre, entré por azar en un pequeño café escondido. Subí las escaleras hasta el segundo piso, y desde el balcón trasero descubrí una de las mejores vistas del viaje: las casas deslizándose cuesta abajo hasta tocar el mar. No era un mirador oficial, pero la escena parecía sacada de un cuadro impresionista.
Ese instante —una taza caliente entre las manos, el murmullo del viento, y los tejados brillando con la luz de la tarde— fue quizás lo más cercano a comprender el alma del barrio.
Ídolos locales: un guiño a los fans de BTS
Para los seguidores del K-pop, Busan tiene otro atractivo especial: Jungkook y Jimin, miembros de BTS, son originarios de esta ciudad. Aunque no hay un recorrido oficial relacionado con ellos en Gamcheon, muchos visitantes coreanos mencionan con orgullo que sus ídolos nacieron aquí. En algunas tiendas de souvenirs incluso se encuentran postales con ilustraciones de ambos entre los callejones del pueblo, como una forma de conectar lo contemporáneo con lo local.
Cómo llegar a Gamcheon: caminos hacia el color
En metro y a pie (la opción más cultural)
La forma más directa de acercarse a la Villa Cultural Gamcheon es tomar la línea 1 del metro de Busan hasta la estación Toseong. Desde allí, puedes caminar —unos 20 minutos cuesta arriba— hasta la entrada del barrio.
Es cierto que el trayecto puede resultar exigente, sobre todo en días calurosos o si se viaja con niños. Pero ese tramo tiene su encanto: permite observar el cambio de paisaje urbano y anticipa el contraste que espera más arriba. Si decides hacerlo a pie, lleva calzado cómodo y tómate tu tiempo. Subir lentamente también es una forma de llegar preparado a la pausa que representa Gamcheon.
En autobús o taxi (la vía práctica)
La mayoría de los visitantes opta por tomar el autobús local (líneas Sakha 1 o 1-1) desde la estación Toseong, que sube directamente hasta la zona alta del barrio. El viaje es corto, económico y evita la pendiente.
Otra alternativa, si buscas mayor comodidad, es tomar un taxi desde cualquier punto de Busan. El trayecto desde la estación de tren de Busan (Busan Station) tarda unos 15–20 minutos y es bastante asequible, especialmente si se viaja en grupo.
Consejos para organizar tu visita
- Evita las prisas: recorrer Gamcheon lleva entre 2 y 4 horas, dependiendo del ritmo y de cuántas paradas hagas. Ideal para una mañana completa.
- Ve ligero de equipaje: las calles son empinadas y empedradas. Una mochila pequeña es más que suficiente.
- Pásate por el centro de información turística: allí puedes obtener un mapa artístico del barrio (más decorativo que funcional), que te servirá como recuerdo.
- Apoya lo local: hay tiendas de artesanía, talleres de artistas y pequeños cafés que dependen del turismo responsable. Comprar allí es contribuir al equilibrio del barrio.
- Disfruta sin ruido: la belleza de Gamcheon también está en su calma. Camina en silencio, observa los detalles, habla bajito.