Filipinas es un país fascinante por su mezcla de culturas , su ambiente post-colonial, su legado histórico y cultural y la hospitalidad de su gente. Sin embargo, es otros de esos destinos que, aun teniendo unas costas impresionantes, unas islas que sólo pueden ser tachadas de paradisíacas y unas playas perfectas para hacer un viaje de sol y mar, muchas no han sido descubiertas por el gran turismo de masas. Por suerte, podríamos añadir.
En los alrededores de Davao existen multitud de rincones en los que se puede disfrutar del encanto de este lugar privilegiado de la naturaleza.
Su atractivo especial, además de la exuberante vegetación y el azul casi transparente de sus aguas, reside en que son playas muy tranquilas en las que el viajero avezado sabrá descubrir un sitio en el que huir del mundanal ruido y de las otras áreas similares de Asia que suelen estar atestadas de gente.
Para acceder a las mieles que ofrecen estas playas filipinas, lo más lógico es ir hasta el puerto de Davao City y fletar un barco. Es sencillo decidir a qué isla en concreto ir preguntando a la gente local que, aunque puedan ser sospechosos de llevarse comisión por llevaros a uno u otro lugar, a buen seguro este superará vuestras expectativas sea cual sea el sitio.
Normalmente, cada isla pequeña cuenta con un sólo hotel, no muy grande. Y con un poco de suerte, dependiendo de la época, podréis ser los únicos huéspedes del lugar o casi, teniendo la isla para vosotros solos a un precio de lo más razonable.
Sin poder compararse con otros lugares de playa asiáticos que cuentan con mega resorts con todos los servicios casi imaginables, rayando en el lujo, cada isla con hospedaje sí cuenta con un personal y unas instalaciones básicas que os permitirán degustar una buena comida a base de pescado y marisco o tomaros unas bebidas mientras contempláis la puesta de sol y disfrutáis del encanto del lugar.
Sin duda, uno de los mejores sitios en los que dejarse llevar por el relax que la arena, el sol, el mar y la brisa os proporcionarán.
