Tradición y modernidad. Pobreza y riqueza. La actual provincia de Guangdong, conocida en Occidente como Cantón es la entrada al sur de China. Durante años estuvo aislada del resto del país debido a su orografía, pero actualmente su capital Guangzhou es unas de las ciudades más avanzadas del gigante asiático, que merece la pena visitar tanto por sus edificios como por su famosa cocina.
El humo de las fábricas mezclado con las luces de neón colorea de un tono rosáceo el aire de Guangzhou, ya que, tomando como ejemplo a la vecina Hong Kong, el consumismo frenético se instaló repentinamente en la ciudad. El visitante quedará asombrado por un increíble skyline formado por rascacielos brillantes y poderosos centros comerciales. Desde hace unos años, la ciudad ha confiado en una estética cosmopolita para sus calles, tras años de urbanización descontrolada. Para aliviar el tráfico cuentan con un metro, que se caracteriza por su modernidad y limpieza, merece la pena visitarlo. Árboles, flores y jardines adornan calles y carreteras para aliviar la congestión de la polución y proporcionar un respiro entre tanto asfalto.La isla de Shamian sorprende por su estilo occidental que data de la época colonial, ya que fue concedida a Francia, Reino Unido y Estados Unidos durante el siglo XVIII. Actualmente es un oasis dentro del ajetreo de la gran ciudad.
Si el viajero quiere mirar al pasado de la ciudad no debe perderse el templo de Guangxiao, el más antiguo de la ciudad, ya que su construcción data del siglo cuarto. En sus orígenes fue centro de aprendizaje budista que albergó más de 19 salas. Tras varias restauraciones, aún se percibe su amplio espacio, en el que destaca la impresionante sala principal, cuyo interior está presidido por una gigantesca estatua de Buda de 10 metros de altura.
El templo de los seis banianos es más que recomendable, ya que su Pagoda de las Flores con una altura de 55 metros es la más alta de la ciudad. Entre los edificios que el viajero no debe perderse está la Catedral del Sagrado Corazón, de finales de siglo XIX y construida con el apoyo financiero de Napoleón III. Su diseño está inspirado en Notre Dame de París y existen referencias que la denominan como Notre Dame, en el Lejano Oriente. Budismo, cristianismo e islamismo conviven en una ciudad, donde se construyó el primer edificio musulmán del país: la mezquita Huaisheng.
El Mausoleo y Museo del Rey Nanyue de la Dinastía Han es otra visita obligada en la capital de Guangdong. Es la tumba con más antigüedad y con más reliquias encontradas del sur de China. Dedicada al segundo rey de la dinastía Han, la tumba se esconde 20 metros bajo tierra. El traje de jade que viste al difunto monarca es lo que distingue a este mausoleo, ya que está elaborado con más de 2.291 piezas de jade conectadas con piezas de seda, algo único en el mundo.
Pero sin duda el sentido que más disfrutará en Guangzhou es el del gusto, ya que la ciudad tiene el mayor número de restaurantes per cápita del país. La cocina cantonesa es la más reconocida fuera de China, de hecho, lo que actualmente reconocemos como restaurante chino en occidente es en la mayoría de las veces un restaurante cantonés. La gastronomía de la región merece su propio post, por ello recomendamos que el viajero no se vaya de la ciudad sin probar aperitivos como Din Sum, la sopa de fideos de gambas Wonton, carnes como Char siu, cerdo a la barbacoa; o Siew Yhok, cerdo marinado y asado; la sopa de aleta de tiburón; y las distintas formas de cocinar el arroz glutinoso.