Se estima que en China unos 80 millones de personas viven en casas-cueva. Algo bastante habitual en regiones españolas como Granada, en las llanuras del norte de Shanxi es una costumbre muy extendida. Algo lógico si pensamos que es una tradición de más de 2.000 años en el gigante asiático y que es sin duda muy práctica: Son hogares baratos, de construcción muy sencilla y, sobre todo, duraderas. Eso por no hablar del excelente micro-clima que crean: Son cálidas en invierno y muy frescas en verano.
Las fachadas suelen tener la base de ladrillo y un marco de madera en cuya parte superior se crean unos intrincados ornamentos muy vistosos, prueba de la buena mano artesana de la gente local. Las viviendas suelen contar con un solo espacio dividido en sala de estar y dormitorio. Por supuesto cuentan con estufas, cuyas chimeneas salen de la roca hacia el exterior, por lo que a veces crean un paisaje muy llamativo con columnas de humo que salen de mitad de los cultivos de la montaña o de la propia roca.
Su popularidad es tal que muchos arquitectos empiezan a construir casas parecidas en el centro de algunas ciudades, inspirándose en el diseño de las cuevas. Si se viaja a Shanxi es posible acercarse a la zona de las cuevas sin problema para verlas de cerca. Aunque para entrar habrá que confiar en el hospitalidad de sus moradores que, conociendo al pueblo chino, está prácticamente garantizada.