Las Cuevas de Mogao

10/02/2014

 

Situadas en las proximidades de la ciudad de Dunhuang, en la provincia de Gansu, China, se encuentran las fascinantes cuevas de Mogao. También conocidas como las Cuevas de los Mil Budas, la historia de Mogao y sus templos hechos en cuevas en el año 366 aproximadamente, es de lo más llamativa. Antes de que el budismo procedente de la India comenzara a influir en China, los templos taoístas confucianos se levantaban con madera. Sin embargo, con la influencia hindú llegó la costumbre de construirlos en cuevas, dadas las carencias de material que sufrían en la India.

 

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Estas cuevas gobernaron los inicios de la implantación del budismo chino, dado que en los peregrinos y los estudiosos de la religión viajaban por la Ruta de la Seda y solían parar aquí para investigar, traducir textos sagrados o meditar. Debido a que era un punto importante de la ruta mercantil, el paso de los visitantes y la importancia del lugar han quedado demostradas dado el inmenso número de documentos, obras de arte, esculturas y manuscritos que se han encontrado en las diferentes estancias de los más de 400 templos que componen el conjunto.

 

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Antes de su descubrimiento, la existencia de este lugar sagrado era conocida por algunos grandes estudiosos del Budismo. Sin embargo, no se sabía la localización exacta del lugar. Fue en 1900 cuando un monje llamado Wang Yuan Lu las encontró por azar. Él contando sólo con dos colaboradores emprendió la labor de reconstruir el lugar con sus propios medios. Sin embargo, las autoridades del lugar se interesaron por el descubrimiento cuando el monje halló una cámara tapiada en la que había multitud de importantes documentos históricos y religiosos.

 

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El Gobierno de DunHuang, que no podía sostener la reconstrucción, decidió volver a tapiar el lugar para protegerlo, ya que no tenían los medios adecuados para estudiarlo sin dañar las piezas. Pero gracias al interés del explorador de Asia Central Aurel Stein, en 1907, tras entrar en contacto con el monje Wang, consiguió ver la cámara secreta con sus propios ojos percatándose del inmenso valor arqueológico de lo que allí había. Una historia apasionante la de Stein, ya que todo apunta a que su labor como topógrafo en la zona eran en realidad una tapadera para realizar labores de espionaje en la India al servicio del Imperio Británico.

En cualquier caso, fue Stein quién consiguió avivar el interés gubernamental en la zona, donando algunas libras al fondo de restauración, no sin antes realizar lo que podría considerarse un expolio de unos 7.000 manuscritos y 500 pinturas que acabaron en el Museo Británico, cosa que comprendemos dado que, como hemos dicho, este hombre de origen húngaro estaba al servicio del espionaje británico y, por tanto, de los intereses de la nación. Algo que podría parecer negativo para China, pero que muy probablemente contribuyó a la conservación de un material que quizás habría desaparecido en los convulsos años que sucederían al descubrimiento. Las cuevas fueron, finalmente, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

 

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Aunque hoy en día China sigue reclamando buena parte del material que fue enviado a Inglaterra y el esfuerzo que ha realizado el país en las últimas décadas por conservar el lugar a dado sus frutos, por lo que es un rincón que fascinará a cualquier amante de la arqueología y de la historia de Asia.

 

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