La isla de Bohol, que da nombre a la provincia homónima, se encuentra en la región de Visayas Centrales, en la parte centro oriental de las islas Filipinas y es un enclave turístico del país con diversos atractivos. Es un gran destino para el buceo, el avistamiento de delfines, la contemplación de los tarsiers (primates enanos) y un largo etcétera, pero si tuviéramos que elegir un elemento icónico de la isla, ese serían las colinas de chocolate.
Declaradas el tercer Monumento Geológico Nacional, y propuesta su inclusión en la lista de patrimonio de la UNESCO, esta peculiar formación geológica es un atractivo en si mismo. Su nombre se debe a que en la estación seca, adquieren un tono marrón. Dicha tonalidad, junto con sus forma cónica y regular, hace que desde la altura, parezca que estamos ante una inmensa caja de bombones en la que la selva, separa escrupulosamente cada uno de los cientos de dulces de chocolate que nuestra vista alcanza a contemplar.
Hay diversas teorías sobre la formación de las mismas. Algunas de poco rigor científico y otras que rozan lo novelesco. La realidad es que la formación de esta caprichosa superficie montañosa de unos 50 kilómetros cuadrados y 1000 y pico colinas data de hace entre 3 a 5 millones de años. Son colinas kársticas formadas por una combinación de la disolución de la caliza formada por algas, coral, fósiles, moluscos etc. por las lluvias, las aguas superficiales y las aguas subterráneas, y su erosión por ríos y arroyos después de que haber sido levantadas por encima del nivel del mar y haber sido fracturadas por procesos tectónicos.
Una leyenda más romántica habla de un gigante llamado Arogo que era extremadamente poderoso y joven. Arogo se enamoró de Aloya, que era un simple mortal. La muerte de Aloya causó a Arogo tanto dolor y tanta miseria que tal era su tristeza que no podía dejar de llorar. Cuando sus lágrimas se secaron, las colinas del chocolate se formaron. Lo cierto es que sea como fuera, son un bello paraje donde dejar la mirada perdida en el horizonte para maravillarse con la majestuosidad que, en ocasiones, solo la naturaleza es capaz de ofrecernos.
Para llegar hasta ellas, probablemente la opción más económica si queremos desembarcar en la isla de Bohol sea volando al aeropuerto internacional de Cebú Mactan y una vez desde allí tomar un ferry (de 2 a 5h) hacia Tagbilaran, la principal ciudad de Bohol, que si bien tiene aeropuerto, sus conexiones suelen ser notablemente más caras. Desde Tagbilarán hasta las colinas de chocolate hay una distancia de aproximadamente 60 kilómetros o una hora. La mayoría de los tours ofrecen paradas en el camino mostrando otros encantos de la isla.