Cuando se contemplan las hermosas obras de la arquitectura que se pueden apreciar en China, se puede intuir la enorme influencia que el arte del Feng Shui sigue teniendo a la hora de construir edificios. Y es que para los chinos es una parte fundamental a la hora de preparar un proyecto arquitectónico. Feng Shui significa “viento y agua” y es el arte de colocar los edificios de tal manera que no desestabilicen los atributos naturales y armónicos del paisaje. El origen de esta técnica está en el Tao, filosofía según la cual todos los componentes del universo existen en un equilibrio que debe mantenerse, ya que todo el conjunto se puede ver afectado por el cambio de un sólo elemento.
Por ello es imprescindible que las construcciones estén en la orientación adecuada, protegidas de las direcciones poco favorables. Y esto se aplica en China desde a la casa de un campesino como a al edificio de la sede de un banco o al ejército de terracota de Xian.
El Feng Shui, además, también se aplica a la hora de dar una forma adecuada a las construcciones y de disponer los espacios y objetos en el interior de los edificios. Estas técnicas son especialmente respetadas si se trata de la construcción de un templo, incluso aunque se trate de uno budista y no taoísta, por ello suelen tener todos un aspecto muy similar.
Los principios en la arquitectura doméstica, como hemos dicho, también se respetan, aunque se flexibilizan un poco para adaptarse a la climatología, las condiciones del terreno o la disponibilidad de los materiales.
Quizás por ello, incluso en las edificaciones más modernas, se puede percibir esta armonía arquitectónica que se adapta al paisaje circundante. Es probablemente en estas construcciones donde mejor se puede comprobar como en China la tradición más clásica se da la mano con la pura modernidad.
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