Laos es un país fascinante cuyo aislamiento en el pasado ha permitido a sus etnias desarrollar una cultura con su propia idiosincrasia, aunque con cierta influencia de los países que lo rodean, como son Tailandia, Camboya, Vietnam y China. Este país, surcado por el mítico río Mekong en su curso medio, ofrece al viajero lugares de una impresionante riqueza natural, unas tradiciones y fiestas muy atractivas, como la fiesta de Año Nuevo, y algunas ciudades que no hay que dejar de visitar. Entre estas, nos centraremos en la que fue su capital hasta 1975: Luang Prabang.
La zona en la que se encuentra Luang Prabang posee una gran belleza gracias a que se localiza donde confluyen el río Nam Kane con el Mekong, en un territorio de colinas pobladas de frondosos bosques. Es muy conocida por los numerosos templos y pagodas que se pueden contemplar allí y, aunque es un lugar perfecto para el turismo, aún conserva la tranquilidad de tiempos pasados.
Una de las paradas obligadas cuando se visita esta zona de Laos es el Antiguo Palacio Real. Su construcción data de 1904 y fue hogar de la familia real hasta 1975. Actualmente se ha reconvertido en un Museo Nacional, donde hay una extensa colección de obras de arte y de objetos de artesanía como instrumentos musicales o máscaras tradicionales. Las escaleras que llevan hasta el río Mekong y los jardines que rodean al palacio le otorgan una gran belleza.
El monasterio conocido como Wat Mai fue en la antigüedad la sede del líder de los budistas laosianos. Sus paredes están hermosamente ornamentadas con relieves que enseñan cómo era la vida en la corte y en el entorno rural en la época clásica. Especialmente llamativa es la conocida como “Pagode des Hollandais” o Wat Pake, cuyos frescos dorados son representaciones de los viajeros holandeses de los siglos XVII y XVIII. La stupa situada sobre una pirámide dorada que se puede contemplar en el Wat Choum Si, templo de 1774, es otro rincón imprescindible. Según la leyenda, fue construido sobre las ruinas de otro antiguo templo.
Otro punto que el viajero no debe perderse en Luang Prabang son las Cuevas de Pak Ou. Situadas a unos 16 kms. del núcleo urbano, a orillas del Mekong, se la conoce también como la Cueva de los Mil Budas. La mejor manera de llegar es en barca por el río, una travesía que ya hace que merezca la pena la visita. Una vez allí, se pueden contemplar las numerosas estatuas de Buda en todo tipo de poses que se encuentran en las diferentes grutas y a las que se pueden realizar ofrendas.
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