En el noroeste de la enorme China se encuentra Kashgar, una ciudad tan perdida, que uno de sus encantos principales es la odisea de llegar hasta allí. Su pasado habla: fue uno de los bastiones del Turkestán chino, lo que se refleja en su población mayoritariamente musulmana, un ejemplo de los grandes contrastes dentro del gigante asiático. Casas de té, llamadas a la oración y el olor de cordero nos alejan de los tópicos orientales y nos ofrecen otra perspectiva de la multiculturalidad país.
4000 kilómetros separan a Beijing de Kashgar, 1000 de ellos a través del desierto. La ciudad se impone como un oasis a 1.200 metros de altitud sobre el nivel del mar y es un lugar próspero, a pesar de su aspecto medieval. Kashgar es un reflejo vivo del antiguo Turkestán Chino y por su fisionomía el viajero menos leído pensará que es imposible que se encuentre en el gigante asiático. La estrategia situación de Kashgar, en un primer momento por la Ruta de la Seda, y más recientemente como punto de encuentro de tres imperios: chino, soviético y británico han dominado la historia de la ciudad.
El principal atractivo de este oasis son sus calles, restaurantes y bazares, tan atractivos tanto para el turista extranjero como para sus compatriotas chinos. La mezquita de Id Kah reina en la plaza central desde donde parten todas las callejuelas que el visitante no debe perderse. Construida en 1442 es una de las mezquitas más grandes y con mayor interés del país y se escucha la llamada a la oración en todos los rincones de la ciudad, algo que no suele ser frecuente en China.
Una gran atracción es el mercado dominical conocido en chino como Zhongxia Shichang (mercado de Asia Central Occidental) que atrae a los habitantes de aldeas cercanas y a nómadas. Este bazar se convierte en una delicia antropológica, ya que se dan cita un elevado número de razas y etnias. A la venta hay prácticamente de todo: animales, cuchillos, textiles artesanales, frutas, verduras, objetos domésticos. El mercado se prolonga durante todo el día y está repleto de puestos de comida. Para llegar a disfrutar de este festival tendrá que andar 30 minutos desde el centro de la ciudad hacia el noroeste, cruzando el río Tuman.
Además de la mezquita, la ciudad está presidida por la colosal estatua de Mao Zedong, que recuerda la autoridad china sobre la región. Mausoleos dedicados a celebridades de la región completan los reclamos turísticos de Kashgar. El viajero no debe abandonar la ciudad sin saborear la comida uigur (etnia de las regiones del noroeste de China). Pulau, kebabs, tallarines picantes fríos, kao bao y jiaozi ó lacman.