Gur-e Amir, el mausoleo de Tamerlán y su maldición: historia, mito y silencio en Samarcanda

21/07/2025

Se encuentra a unos 15 minutos a pie al suroeste de la Plaza de Tamerlán, el centro turístico de Samarcanda. Una hermosa cúpula azul con forma de cebolla se vislumbra tras el frondoso parque. Este es Gur-e Amir, el mausoleo de Tamerlán donde están enterrados Tamerlán y su familia.

 

¿Quién fue Tamerlán?

 

Tamerlán (o Amir Temur), nacido en el siglo XIV en la región de Transoxiana, actual Uzbekistán, fue un conquistador, líder militar y político turcomongol, y fundador de la dinastía Timúrida (reinó del 10 de abril de 1370 al 18 de febrero de 1405). Su genio militar le permitió construir un vasto imperio que abarcaba desde India hasta el mar Negro. Aunque brutal en su estrategia de conquista, Tamerlán también fue un mecenas de las artes y la arquitectura, estableciendo en Samarcanda un centro de saber y belleza monumental.

 

 

 

Una entrada en silencio.

 

No es la historia militar de Tamerlán lo que primero estremece al visitante del Gur-e Amir. Es el silencio. Al cruzar el umbral del mausoleo, uno espera ser abrumado por el peso de la historia, sin embargo, lo que domina es una atmósfera de recogimiento. Las losas frías, el murmullo amortiguado de las visitas y una luz suave filtrada por celosías de piedra azul invitan a un tipo distinto de reverencia.

 

 

 

Arquitectura de una despedida imperial

 

Tras comprar tu entrada en la taquilla de la izquierda y entrar al edificio, verás una puerta arqueada decorada íntegramente con azulejos azules, y quedarás fascinado por la belleza del diseño. La parte superior de la entrada está cubierta de intrincadas protuberancias que parecen estalactitas, y la tecnología arquitectónica es asombrosa.

 

 

El mausoleo, que se ve simétrico desde delante del arco, es el mejor lugar para sacar fotos, así que no te pierda la oportunidad de tomar una.

 

 

Al cruzar este arco, se llega a un amplio patio. Originalmente, este edificio construyó como una madraza, no como un mausoleo, con una khanaka (residencia para el clero) de dos pisos a la derecha y la madraza a la izquierda. Fue construido por Muhammad Sultan, nieto de Tamerlán, quien murió en batalla durante la campaña turca de 1403. Tamerlán, de luto por la muerte de su amado nieto, construyó aquí un mausoleo. El mausoleo se completó un año más tarde, pero un año más tarde, murió Tamerlán repentinamente durante una campaña en China, y él, que construyó el mausoleo, también fue enterrado aquí.

El mausoleo actualmente cuenta con dos minaretes (torres), pero se dice que antiguamente tenía cuatro.

 

 

A la entrada, se encuentra un mapa del Imperio timúrida, que muestra el curso de las campañas de Tamerlán, desde su base en Samarcanda hasta la India, Turquía e incluso Rusia.

 

 

Al entrar en la sala donde se encuentra el sacrófago, te recibirán las decoraciones doradas que cubren toda la pared. Quedarás maravillado por la belleza del oro. Las decoraciones incluyen palabras del Corán y patrones arabescos con motivos florales y estelares. En este reposo se encuentra uno de los hombres más temidos de Asia central, y con él, una leyenda que aún hoy despierta inquietud

 

 

Hay varios sarcófagos en el centro del mausoleo, pero el de Tamerlán en el medio es el más grande, está hecho de nefrita verde oscuro de origen chino, parece absorber la luz, y se distingue fácilmente.

 

 

El sarcófago del lado este (cerca de la entrada) es el de Muhammad Sultan, quien fue enterrado por Tamerlán. En el lado norte se encuentran el sacrófago del maestro de Tamerlán, Mirsaid Berike, y de uno de sus bisnietos; en el lado sur, el de Ulugh Beg; y en el lado oeste, los de su hijo Shah Rukh, uno de sus bisnietos y su hijo Miranshah. Estos sacrofagos no contienen los cuerpos de los difuntos, sino que están colocados en la misma posición relativa en un sótano a tres metros bajo tierra.

 

La maldición del conquistador

 

La profecía de 1941

En junio de 1941, un equipo de antropólogos soviéticos liderado por Mijaíl Guerasimov llegó al mausoleo con el objetivo de exhumar los restos de Tamerlán y reconstruir su rostro. Durante las excavaciones, según el mito, se encontró una inscripción que advertía: “Quien perturbe mi tumba desatará a un invasor más terrible que yo”.

El mismo día, Hitler invadía la URSS

La Operación Barbarroja, la invasión alemana a la Unión Soviética, comenzó ese mismo 22 de junio. La coincidencia no tardó en convertirse en leyenda. Muchos en Uzbekistán vieron en ello una reafirmación del poder simbólico de Tamerlán, cuya figura había sido reprimida por el discurso oficial soviético.

En noviembre de 1942, justo antes de la victoria soviética en Stalingrado, los restos fueron devueltos al mausoleo y reinhumados con ceremonia islámica. Para algunos, aquello apaciguó la maldición.

 

Entre leyenda y legado

 

Hoy, el mausoleo de Tamerlán es un lugar de memoria nacional y de orgullo cultural para Uzbekistán. La leyenda de la maldición sigue viva, no tanto como advertencia, sino como reflejo del poder que una nación concede a sus mitos fundacionales.

 

 

Tamerlán, el conquistador de ciudades, ha sido reimaginado como el arquitecto del alma uzbeka. Y el Gur-e Amir, más que una tumba, se siente como un santuario laico.

 

Epílogo: el eco de una historia en calma

 

Al salir del mausoleo, uno no lleva consigo el peso del terror que inspiró Tamerlán en vida. Lo que queda es otra cosa: una sensación extrañamente reconfortante de haber estado ante algo que trasciende la historia, un espacio donde la arquitectura, la leyenda y el silencio dialogan con respeto.

 

 

Quizás allí radica el hechizo del Gur-e Amir: en recordar que incluso los conquistadores más temidos se rinden, al final, al poder del descanso.

 

Llegué a España por primera vez como mochilero en 1972. Dos años después decidí quedarme, y desde entonces vivo aquí, entre los recuerdos vivos de Asia y la riqueza cotidiana del mundo mediterráneo. Nací en Japón y viví allí hasta los 24 años. Mis viajes posteriores por Europa y Asia me han permitido comparar paisajes, ritmos, formas de vida y mentalidades muy distintas, y así redescubrir lo que dejé atrás en mi tierra natal. En 1990 fundé Frontia S.A. (CICMA 492) y, en 2004, creé Destinos Asiáticos, una marca especializada en viajes a medida por Asia, con el objetivo de compartir mi fascinación por este continente con otros viajeros. He recorrido países como Corea del Sur, Camboya, Laos, Tailandia, Myanmar, Malasia, Indonesia, Singapur, Hong Kong, Bangladesh, Sri Lanka, India, Nepal y Bután. Además, viví ocho años en Vietnam, país al que regreso siempre que puedo. Me considero un enamorado de Asia… y de España. Entre ambas orillas he construido mi forma de mirar el mundo: con curiosidad, respeto y atención a los matices. Esa mirada es la que intento transmitir en este blog, donde comparto rutas, momentos y lugares que, más que destinos, son paisajes interiores. Si disfrutas del viaje como manera de entender otras culturas —y también la propia—, quizá encuentres en estas crónicas algo que resuene contigo.
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