Descubre el Monasterio Taktsang (Nido de Tigre) en Bután: Una Aventura en las Alturas

17/07/2024

El Monasterio Taktsang, conocido como el “Nido de Tigre”, es una de las atracciones más emblemáticas de Bután. Este lugar sagrado, encaramado en un acantilado, está envuelto en historia y leyenda. Según el mito, Padmasambhava, quien introdujo el budismo tibetano en el siglo VIII, voló a este lugar sobre el lomo de una tigresa y aquí meditó. En este artículo, te contaré mi experiencia personal durante mi visita a este impresionante sitio.

Iniciamos nuestra caminata hacia el Monasterio Taktsang alrededor de las 08:00 desde el aparcamiento, situado a unos 2.500 metros sobre el nivel del mar. El ascenso sería un reto, con una subida de tres horas y un desnivel de aproximadamente 600 metros. Hay caballos disponibles para alquiler, pero nosotros decidimos hacerlo a pie para disfrutar plenamente del entorno natural.

 

 

 

Subiendo por el Sendero del Pinar: El Primer Esfuerzo

 

El primer tramo del sendero atraviesa un hermoso pinar, pero después de unos 15 minutos, la pendiente se vuelve más pronunciada. La mitad del grupo de 13 personas eran atletas, y pronto los perdimos de vista debido a su ritmo acelerado.

 

 

A lo largo del camino, pudimos vislumbrar el monasterio a través de los árboles, aunque todavía parecía muy lejano. La temperatura comenzó a subir, y el sol radiante nos hizo sudar, así que nos tomamos el tiempo para descansar y tomar fotos.

 

 

 

Llega el Primer Mirador: Un Respiro Bienvenido

 

Después de poco más de una hora, tras pasar por la gran rueda de oración, llegamos al primer mirador a unos 2.800 metros de altitud.

 

 

Los atletas del grupo llegaron en solo 45 minutos, pero nosotros aprovechamos para tomar un café y comer algunas galletas en la cafetería del mirador. Este también es un buen lugar para usar el baño y recargar energías.

 

 

 

Siguiendo al Segundo Mirador: El Camino a lo Alto

 

A pesar de sentirme agotado y de considerar quedarme en el primer mirador, decidí seguir adelante. El sendero hacia el segundo mirador, aunque empinado y resbaladizo en algunos puntos, se suaviza a medida que te acercas. Tras unos 45 minutos de caminata, llegamos a la puerta del segundo mirador, situado a unos 3.100 metros de altitud. Desde aquí, el monasterio se revela ante ti, pero aún queda un tramo final desafiante.

 

 

 

El Ascenso Final: 700 Escalones para Llegar al Nido de Tigre

 

Desde el segundo mirador, aún quedan 700 escalones de piedra que descienden hasta el fondo del valle y luego suben de nuevo hacia el monasterio. Después de cruzar un pequeño puente con una cascada que cae a tus pies, la última subida empinada nos llevó finalmente al Monasterio Taktsang, a unos 3.000 metros de altitud. Al llegar, puedes sentir la fuerte fe del pueblo butanés, que construyó este impresionante lugar en un sitio tan inaccesible.

 

 

 

Explorando el Monasterio: Un Recorrido Espiritual

 

Desafortunadamente, no se permiten fotos dentro del monasterio, por lo que debes guardar tus pertenencias en la consigna de la entrada. Visitamos descalzos algunos de los siete templos del complejo, cada uno con una estatua de Buda adornada con pigmentos y polvo de oro. Desde el monasterio, las vistas del gran valle de Paro son impresionantes.

 

 

El Descenso: Un Retorno Lento Pero Satisfactorio

 

El descenso desde el monasterio puede parecer más fácil, pero nuestras piernas fatigadas hicieron que fuera un reto. Descendimos lentamente, haciendo descansos frecuentes para evitar el desgaste. A nuestro regreso, almorzamos en el jardín de un hotel con vistas al Monasterio Taktsang. Los aperitivos españoles que trajo el líder del grupo fueron una deliciosa recompensa después de un día lleno de aventura.

Así fue mi experiencia en el Monasterio Taktsang, un viaje que jamás olvidaré. Si alguna vez visitas Bután, este es un lugar que no puedes dejar de explorar.

 

Artículo de Koji Nishizuka

 

Llegué a España por primera vez como mochilero en 1972. Dos años después decidí quedarme, y desde entonces vivo aquí, entre los recuerdos vivos de Asia y la riqueza cotidiana del mundo mediterráneo. Nací en Japón y viví allí hasta los 24 años. Mis viajes posteriores por Europa y Asia me han permitido comparar paisajes, ritmos, formas de vida y mentalidades muy distintas, y así redescubrir lo que dejé atrás en mi tierra natal. En 1990 fundé Frontia S.A. (CICMA 492) y, en 2004, creé Destinos Asiáticos, una marca especializada en viajes a medida por Asia, con el objetivo de compartir mi fascinación por este continente con otros viajeros. He recorrido países como Corea del Sur, Camboya, Laos, Tailandia, Myanmar, Malasia, Indonesia, Singapur, Hong Kong, Bangladesh, Sri Lanka, India, Nepal y Bután. Además, viví ocho años en Vietnam, país al que regreso siempre que puedo. Me considero un enamorado de Asia… y de España. Entre ambas orillas he construido mi forma de mirar el mundo: con curiosidad, respeto y atención a los matices. Esa mirada es la que intento transmitir en este blog, donde comparto rutas, momentos y lugares que, más que destinos, son paisajes interiores. Si disfrutas del viaje como manera de entender otras culturas —y también la propia—, quizá encuentres en estas crónicas algo que resuene contigo.
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