La ciudad de Nanjing está situada en la orilla derecha del río Yangtse, en una de las más hermosas zonas de China y rodeada de numerosas cuencas lacustres, en la capital de la provincia de Jiangsu.
Su historia se remonta al siglo VIII a.C. cuando fue capital del país por primera vez en el año 220. En esa época creció su importancia como centro del comercio, haciéndose muy famosa por sus tejidos y su cerámica. Posteriormente, la dinastía Ming se establecieron aquí y para asegurarse el crecimiento de la ciudad, el Emperador ordenó que 20.000 familias ricas se trasladaran al lugar, concediendo honores a todos aquellos que favorecieran su expansión económica. Por desgracia para el lugar, esa política sólo duró una generación, ya que el siguiente emperador trasladó la capital a Beijing, aunque Nanjing conserva mucho de su antiguo esplendor.
Aquí se pueden visitar lugares como el mausoleo del doctor Sun Yat-Sen, quien dedicó 40 años de su vida a actividades revolucionarias. En la Revolución de 1911 conseguiría llevar al pueblo chino a establecer la República.
El parque del Templo Linggu es otra de las grandes bazas de esta hermosa ciudad. Los viajeros que lleguen hasta aquí no deberían dejar de pasear por sus alamedas para contemplar la enorme belleza natural que lo conforma.
Aunque en la ciudad también se debe reservar algo de tiempo para visitar la tumba Xiaoling del primer emperador que hubo de la dinastía Ming. Construida entre los años 1381 a 1383, su arquitectura es un despliegue estético perfecto para comprender mejor este periodo de la historia de China.
Los canales fluviales también su una gran baza de la ciudad, que le dan un aspecto muy fotogénico y además son cruciales para el transporte de mercancías.
No en vano, Nanjing cuenta con el puerto-isla más grande de toda China. Otras atracciones que no podemos perdernos son la Torre Zifeng, el Palacio Presidencial, el Puente sobre el Yangtsé o el Jardín Xuyuan por citar sólo algunos.
