En el corazón del barrio antiguo de Amritsar se erige uno de los templos más fastuosos de toda India. Este lugar es el centro espiritual de la religión sij, pero este carácter sagrado no impide la visita de los extranjeros, que suelen quedar conmovidos por la belleza del edificio.
El lago artificial que rodea al templo posee casi tanta importancia como el propio centro de peregrinación. Al igual que ocurre con los musulmanes en la Meca, los sij deben acudir al templo al menos una vez en la vida para bañarse en las aguas purificadoras del estanque al que se conoce como “lago del néctar de la inmortalidad”.
Aunque la historia del Templo Dorado no siempre ha estado ligada a las religiones pacíficas, ya que en los años ochenta del siglo XX estuvo marcado por dos batallas sangrientas entre militantes sij y el ejército hindú, aunque afortunadamente el conflicto de raíz religiosa se solucionó y ahora se convive con total tranquilidad en el templo y en sus alrededores.
El templo es especialmente interesante por la mañana temprano, cuando apenas hay turistas y los cánticos de los peregrinos crean una atmósfera mágica al combinarse con los primeros rayos del sol brillando sobre el templo, y por la noche, cuando la iluminación lo muestra en toda su grandeza.
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