Taiwán, la que los portugueses una vez bautizaron como Formosa, es un destino asiático que aún está por explorar. Esta pequeña isla tropical (aunque con clima subtropical en las zonas de montaña) nos abre las puertas a un nuevo horizonte en el que podremos descubrir una cultura china más abierta y con más mestizaje que en la China continental, sin dejar de tener rincones escondidos que aún requieren ser descubiertos por el turismo.
Su capital, Taipei, un enclave urbano de más de dos millones y medio de habitantes, y coronada por el Taipei 101 (uno de los edificios más altos del mundo y con un sofisticado sistema anti seísmos) nos propone una mezcla entre tradición, tecnología, ocio, compras y gastronomía aderezada con olor a té y sus mercados nocturnos.
El fácil acceso desde la capital a ciudades cercanas, pero llenas de historia y belleza como Chiufen, o mediante tren bala a Taoyuan (donde se encuentra el aeropuerto) o Tainan, hacen de Taipei un buen centro de operaciones para explorar una isla que nos abre paso a un destino muy genuino.
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